Las montañas del pueblo se han iluminado cada que pueden , con el color de las balas, la pólvora y la sangre. El tiempo no ha determinado claramente en el reloj de la iglesia cuando cesará el calvario al cual nos encarnecieron antepasados ególatras. Las campanas no suenan en el instante para clamar el fervor de la misa; contrario a esto, se revelan como la alarma impaciente de una avalancha de balas que se aproximan.
El aroma que brota cada día es infestante al odio por la guerra, y la tristeza que encarna en la misma. Las personas del territorio oran al Dios de los cielos o al cualquier santo porque la sangre perdure en el cuerpo acompañada de su alma correspondiente y, no sea una bala la que se lleve a ambas, de aquel monte que por tiempos remotos negros, indígenas y hasta españoles expresaron como bello.
-El monte de este pueblo es realmente colorido; es hermoso – dijo un niño que no sabia lo que significaba cada color derramado sobre aquellas montañas era la insignia de muchos comensales ya fallecidos.
Con el tiempo y en medio de tristeza la guerra fue menguando y las montañas fueron retoñando sus colores naturales, sin siquiera esperar que la guerra les volviera arrebatar almas y cuerpos inocentes.
AUTOR: FRANKLIN ARISTIZÁBAL YUSTES (COLOMBIA)
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FRANKLIN ARISTIZÁBAL YUSTES, Nacido en Florencia Caquetá, Colombia el 21 de enero de 1994. Profesional en Ciencias Sociales, egresado de la Universidad de la Amazonia. Desde que estaba en la institución educativa La Salle de su ciudad natal, mostró gran pasión por la escritura apoyando en varias ocasiones el periódico El Futuro de este claustro educativo. Ha sido partícipe de varias antologías entre poesía y cuento infantil; destacándose en Editoriales colombianas, tales como Komala Ediciones y Mi máquina de Escribir.
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